Ejemplo de imagen histórica comentada
Introducción
La
fuente documental a analizar se trata de una imagen; concretamente, de una obra
pictórica en la que podemos ver a una familia, muy probablemente de clase
obrera -posiblemente europea-, de segunda mitad del S. XIX.
Podemos hablar de una fuente de tipo primaria, ya que, muy probablemente el cuadro se realizara durante el periodo en el que las condiciones de la clase obrera eran tal y como se representan.
Comentario
El cuadro que se nos presenta como fuente documental
refleja una escena de la vida cotidiana de una familia obrera española de
segunda mitad del S. XIX; en concreto el momento de la comida, uno de los pocos
espacios de tiempo durante el día, además de las horas de sueño, en los que no
estaban trabajando sus más de 10-12 horas laborales diarias.
Como se puede apreciar en la imagen, el día a día de
la clase obrera española se caracterizaba por la monotonía del trabajo –cuyas
jornadas podías durar hasta 15 horas y en cuyos trabajos no contaban con
contratos ni, en muchos casos, seguridad frente a posibles accidentes- y los
escasos momentos de reunión familiar, dedicados principalmente a las acciones
básicas del ser humano: comer, dormir y, cuando era preciso, asearse. Las
facciones cansadas, de hastío y pesadumbre de sus rostros reflejan una realidad
en la cual el trabajo ocupaba la mayor parte de la jornada; un trabajo que se
centraba, principalmente, en la floreciente industria de zonas como el norte de
la península, en donde destacaba la industria siderúrgica y metalúrgica, y la
zona de Cataluña y Levante, en donde la industria textil era la predominante.
Una industria que había comenzado a instalarse en España a finales del S. XVIII
y que tuvo un importante crecimiento a partir de los años cincuenta del S. XIX,
en lo que se denomina la Primera Revolución Industrial en España.
Los colores utilizados para la mayoría de las
vestimentas - fríos, grises y pálidos- nos muestran la precariedad económica de
una clase social que apenas ganaba lo justo para vivir el día a día en unas
condiciones, en muchas ocasiones, bastante precarias. Dicha escasez se veía
también reflejada en los materiales de las viviendas que comenzaron a
construirse de forma rápida y desorganizada alrededor de las principales
ciudades industriales (Bilbao, Barcelona, Alicante o Madrid), cuyo objetivo era
albergar al mayor número de trabajadores posibles en el espacio justo para
poder vivir con lo estrictamente necesario. Materiales como el adobe, la madera
–como se aprecia en la imagen analizada- o, en el mejor de los casos y ya a
finales de siglo, el ladrillo de baja calidad, eran los que usaban para
construir edificaciones de no más de tres alturas en las que podían agruparse
hasta 8 familias de trabajadores.
Las clases populares, como la reflejada en el cuadro
analizado, el cual trata de transmitir mediante la técnica del semi-difuminado
y los colores apagados la realidad de la sociedad obrera del momento, se
caracterizaban por la escasez en cuanto a alimentación, vestimenta y elementos
básicos de higiene. Dicha situación comenzó a ser más pronunciada, aún si cabe,
en las clases bajas urbanas, las cuales dedicaban la práctica totalidad de su
tiempo a trabajar en las fábricas, la minería o talleres que apenas les
reportaban ingresos económicos y, a diferencia de parte del campesinado, tenían
que costearse la vida en lar florecientes urbes.
La imagen nos muestra, asimismo, la estructura
familiar predominante en la segunda mitad del S. XIX, heredera de la estructura
familiar propia de las clases campesinas de principios de siglo, caracterizada,
sobre todo en las clases bajas, por la numerosidad de miembros de las unidades
familiares –pudiendo residir en la misma vivienda hasta 3 generaciones-, lo que
acentuaba la precariedad económica. De igual forma, vemos reflejado de forma
clara la división de labores dentro de la familia, siendo los miembros varones
quienes trabajaban en los distintos empleos las mujeres quienes se dedicaban al
trabajo y cuidado del hogar.
Conclusiones
Las condiciones de la clase obrera del segundo tercio
del S. XIX, claramente reflejada en la imagen analizada no hicieron más que
empeorar o, en el mejor de los casos, mantenerse a medida que avanzaba el siglo
y, con él, la industrialización en el país. Ello fue creando una sensación de
hastío entre la población de las clases más bajas, principalmente aquellas
urbanas, que, coincidiendo con la llegada de las ideas socialistas y anarquistas
al país y la creación de las primeras organizaciones de obreros defensoras de
los derechos de los trabajadores, constituyeron el germen del movimiento obrero
en España.
La pasividad por parte de las clases medias y altas y
de los propios dirigentes avivaron los movimientos sociales y la creación de
organizaciones de obreros, adquiriendo el movimiento obrero una relevancia
notable a partir de los años sesenta-setenta. Su capacidad de movilización y
sus acciones conllevarían la consecución de los primeros logros de la clase
trabajadora, como el reconocimiento del derecho de reunión y asociación en 1874
o la jornada de 10 horas a principios de S. XX.
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